Hace unos días pasé por el lugar donde una infinidad de veces te despedí, donde tantas veces sufri tu
partida, como siempre te lo dije que no queria que te fueras.
Recuerdos de un sonido,
un sabor o un olor determinado,
los recuerdos de una sensación,
el primer beso, una noche especial,
sentarse una tarde de verano en un sillon de mimbre
mientras una fresca brisa mece suavemente tus cabellos,
y dejar que vuelvan a ocupar un primer plano en nuestros pensamientos
esos recuerdos que dormían atesorados con cariño
en algún rincón de nuestro cerebro
es una actividad gratificante y placentera.