
LOS MITOS Y LOS ANIMALES
Los animales constituyeron para los mayas una manifestación de las fuerzas divinas, a la vez que fueron su enlace con la naturaleza y adquirieron un estatus mágico-religioso siempre presente en la vida cotidiana del pueblo, rica en expresiones rituales.
La fuerte carga simbólica de los animales en la cultura maya es sumamente compleja y está cargada de imágenes visuales y mentales presentes en el inconsciente colectivo; además, aún pervive gran parte de su esencia entre diversos grupos indígenas, de tal forma que incluso la danza rescata, en sus coreografías y atuendos, toda esta riqueza expresiva. Alessandro Lupo, en su ensayo "Nahualismo y tonalismo"1, explica: "Mientras que sólo a algunos individuos les está concedido el don de transformarse en animales (nahuales), todos poseen desde su nacimiento un alter ego, un doble animal que determina su carácter, su resistencia física y espiritual y, en última instancia, su destino". Sobre las facultades metamórficas de hombres y dioses, Lupo se basa en diversos estudios de Freidel, Schele y Parker, para afirmar:
Quetzal
Este habitante de los bosques de niebla del mundo maya -Sierra Madre de Chiapas y partes elevadas de los Altos de Guatemala- fue símbolo de majestuosidad, belleza, fertilidad, abundancia y vida. Los adornos, atuendos y estandartes confeccionados con su iridiscente plumaje eran la materialización del poder, el tributo y la riqueza. Como ejemplo del respeto que los mayas tenían por la naturaleza, cabe destacar que nunca mataban a estas aves para quitarles sus plumas; las atrapaban, tomaban algunas plumas de su cola --que medían alrededor de noventa centímetros-- y las dejaban en libertad, sabiendo que sus alas crecerían de nuevo.