martes, febrero 28, 2006

LOS MITOS Y LOS ANIMALES



LOS MITOS Y LOS ANIMALES

Los animales constituyeron para los mayas una manifestación de las fuerzas divinas, a la vez que fueron su enlace con la naturaleza y adquirieron un estatus mágico-religioso siempre presente en la vida cotidiana del pueblo, rica en expresiones rituales.

La fuerte carga simbólica de los animales en la cultura maya es sumamente compleja y está cargada de imágenes visuales y mentales presentes en el inconsciente colectivo; además, aún pervive gran parte de su esencia entre diversos grupos indígenas, de tal forma que incluso la danza rescata, en sus coreografías y atuendos, toda esta riqueza expresiva. Alessandro Lupo, en su ensayo "Nahualismo y tonalismo"1, explica: "Mientras que sólo a algunos individuos les está concedido el don de transformarse en animales (nahuales), todos poseen desde su nacimiento un alter ego, un doble animal que determina su carácter, su resistencia física y espiritual y, en última instancia, su destino". Sobre las facultades metamórficas de hombres y dioses, Lupo se basa en diversos estudios de Freidel, Schele y Parker, para afirmar:

Quetzal

Este habitante de los bosques de niebla del mundo maya -Sierra Madre de Chiapas y partes elevadas de los Altos de Guatemala- fue símbolo de majestuosidad, belleza, fertilidad, abundancia y vida. Los adornos, atuendos y estandartes confeccionados con su iridiscente plumaje eran la materialización del poder, el tributo y la riqueza. Como ejemplo del respeto que los mayas tenían por la naturaleza, cabe destacar que nunca mataban a estas aves para quitarles sus plumas; las atrapaban, tomaban algunas plumas de su cola --que medían alrededor de noventa centímetros-- y las dejaban en libertad, sabiendo que sus alas crecerían de nuevo.

LOS ALUXES (DUENDES MAYAS)

LOS ALUXES


(Duendes Mayas)

Nos encontrábamos en el campo yermo donde iba a hacerse una siembra. Era un terreno que abarcaba unos montículos de ruinas tal vez ignoradas.

Caía la noche y con ella el canto de la soledad. Nos guarecimos en una cueva de piedra y sahcab; para bajar utilizamos una soga y un palo grueso que estaba hincado en el piso de la cueva.
La comida que llevamos no la repartimos. ¿Qué hacía allá?, puede pensar el lector. Trataba de cerciorarme de lo que veían miles de ojos hechizados por la fantasía. Trataba de ver a esos seres fantásticos que según la leyenda habitaban en los cuyos (montículos de ruinas) y sementeras: 
Los ALUXES.

Me acompañaba un ancianito agricultor de apellido May. La noche avanzaba. . .
De pronto May tomó la Palabra y me dijo:
-Puede que logre esta milpa que voy a sembrar.
¿Por qué no ha de lograrla?, pregunté.
-Porque estos terrenos son de los aluxes. Siempre se les ve por aquí.
¿Está seguro que esta noche vendrán?
Seguro, me respondió.
-¡Cuántos deseos tengo de ver a esos seres maravillosos que tanta influencia ejercen sobre ustedes! Y dígame, señor may, ¿usted les ha visto?
-Explíqueme, cómo son, qué hacen.
El ancianito, asumiendo un aire de importancia, me dijo:
-Por las noches, cuanto todos duermen, ellos dejan sus escondites y recorren los campos; son seres de estatura baja, muy niños, pequeños, pequeñitos, que suben, bajan, tiran piedras, hacen maldades, se roban el fuego y molestan con sus pisadas y juegos. Cuando el humano despierta y trata de salir, ellos se alejan, unas veces por pares, otras en tropel. Pero cuando el fuego es vivo y chispea, ellos le forman rueda y bailan en su derredor; un pequeño ruido les hace huir y esconderse, para salir luego y alborotar más. No son seres malos. Si se les trata bien, corresponden.

-¿Qué beneficio hacen?

-Alejan los malos vientos y persiguen las plagas. Si se les trata mal, tratan mal, y la milpa no da nada, pues por las noches roban la semilla que se esparce de día, o bailan sobre las matitas que comienzan a salir. Nosotros les queremos bien y les regalamos con comida y cigarrillos. Peor hagamos silencio para ver si usted logra verlos.

El anciano salió, asiéndose a la soga, y yo tras él, entonces vi que avivaba el fuego y colocaba una jicarita de miel, pozol, cigarrillos, etc., y volvió a la cueva. Yo me acurruqué en el fondo cómodamente.

La noche era espléndida, noche plenilunar. Transcurridas unas horas, cuando empezaba a llegarme el sueño, oí un ruido que me sobresaltó.
Era el rumor de unos pasitos sobre la tierra de la cueva: Luego, ruido de pedradas, carreras, saltos, que en el silencio de la noche se hacían más claros.

Tomado del libro: "Leyendas, ceremonias tradicionales y relatos de la zona maya".

lunes, febrero 27, 2006

EL AVE FENIX




La leyenda del Ave Fénix está relacionada con Egipto y con el culto al Sol, pero su patria era Etiopía. Un Ave Fénix vivía durante un periodo de tiempo que algunos mitólogos cifran en quinientos años, otros en mil cuatrocientos sesenta y uno, y otros, aún, en doce mil novecientos cincuenta y cuatro.

Todos, sin embargo, coinciden en que el aspecto del Ave Fénix era de una gran belleza. De mayor tamaño que un águila, su plumaje ostentaba los más bellos colores: rojo de fuego, azul claro, púrpura y oro, y todos afirman que el Ave Fénix era más hermoso que el más hermoso de los pavos reales.

Pero la leyenda del Fénix, concierne sobre todo a su muerte y resurrección. Es un ave única y por lo tanto no puede reproducirse como los demás animales.


Cuando el Fénix siente que llega el fin de su existencia, recoge y acumula plantas aromáticas: incienso, cardamomo y resinas, y construye con todo ello un gran nido expuesto a los rayos solares. El calor del Sol, incidiendo sobre las plantas secas, incendiará el nido y el Fénix arderá con él y se convertirá en ceniza.

Después, en esa ceniza, impregnada de los restos del Ave, nace una pequeña oruga, que, en poco tiempo, se convertirá en el nuevo Fénix, y cuyo primer cuidado, será depositar en un tronco hueco los restos de su padre. Escoltado por gran cantidad de aves de especies diversas, llevará esas reliquias hasta Heliópolis, en Egipto, donde lo depositará en el altar del Sol.

Acabada esta ceremonia de homenaje a su progenitor, el joven Fénix volverá a Etiopía, y allí vivirá, alimentándose de gotas de incienso, hasta que llegue el fin de sus días.


EL Ave Fénix, simbolizó entre los paganos la castidad y la templanza, y entre los cristianos, la resurrección.

sábado, febrero 25, 2006

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